Nombre: Ballena Gris
Descripción: La ballena
gris (Eschrichtius robustus) es una especie de cetáceo misticeto de
la familia Eschrichtiidae de tamaño medio que en la actualidad
sólo habita la zona norte del océano Pacífico. Pese a su nombre de
“ballena”, los estudios moleculares y morfológicos demuestran que se encuentran
más relacionadas a los rorcuales que a las ballenas.
Ubicación: El
hábitat de la Ballena gris es el más costero entre las grandes ballenas,
aventurándose raramente más de 20 a 30km hacia mar adentro y es por este motivo
una de las ballenas más avistadas del mundo. Es también bien conocida por
llevar adelante una de las migraciones más largas, realizando un viaje anual de
ida y vuelta de 15.000-20.000km. En el pasado han existido tres poblaciones de
Ballenas grises. La población del Atlántico Norte se extinguió en los siglos
XVII-XVIII por razones que no son claras, pero sus huesos son aún
ocasionalmente descubiertos por el viento en las costas arenosas de Carolina
del Norte. Existe una pequeña población remanente en el oeste del Pacífico
Norte de no más de no más de 130 individuos. Son conocidas por utilizar
territorios de alimentación en aguas de la Isla Sakhalin, en Federación Rusa.
Actualmente, la principal población es la del este del Pacífico Norte, que
había sido reducida a unos pocos cientos de individuos a principios del siglo
XX, pero gracias a la toma de medidas de protección se ha incrementado el
número de individuos y se considera que la población se está recuperando.
Importancia Económica:
Los
científicos afirman que cuando las ballenas se alimentan a grandes
profundidades y vuelven luego a la superficie para respirar, alteran la columna
de agua, lo que permite expandir nutrientes y microorganismos. Además, el
hierro y el nitrógeno de su orina y excrementos sirven como fertilizantes para
el plancton.
Muchas
ballenas se desplazan a grandes distancias para aparearse, llevando esos
nutrientes con ellas; incluso su placenta puede aportar importantes materias
primas para otros organismos.
Las
ballenas muertas también son de gran ayuda. Cuando una ballena muere, su cuerpo
se hunde hasta el fondo del mar, sirviendo de alimento para un ecosistema único
de carroñeros, algunos de los cuales no existen en ningún otro sitio.
Chile
es uno de los países que afortunadamente cuenta con la presencia de ballenas.
De hecho, se han registrado 43 especies de cetáceos, que corresponde al 40% de
todas las especies del planeta.
Desde
el 2008, Chile promulgó una ley que declara las aguas chilenas como Santuario
de Ballenas, el cual abarca 200 millas marítimas de zona económica exclusiva y
representa uno de los santuarios más grandes a nivel mundial.
Esto
ha sido un gran avance que ha permitido que estas especies se sigan
reproduciendo.
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